EL EXTRAÑO CASO DE MIAMI HEAT

Nunca en la larga historia de la NBA un equipo había cambiado tanto su imagen -y su juego- como lo ha hecho el actual campeón, Miami Heat. Cierto es que la baja por lesión de Shaquille O´Neal resulta muy significativa, pero no como para estar con un récord negativo de 13-19, fuera de ‘play-offs’ y con la mitad de la plantilla cabreada.

Pero eso no es todo. La palabra ‘crisis’ ya se ha instalado en Florida con el abandono (llámenlo dimisión, llámenlo retirada) del entrenador, Pat Riley, que ha alegado una operación en una rodilla para apartarse de la marejada; curiosamente, cuando el equipo le necesitó en la pasada campaña, apareció... y consiguió adjudicarse un título.

Pero Riley se ha marchado dejando sanciones a veteranos como Posey o Walker por sobrepasar en apenas un 1% su índice de grasa corporal óptimo, para luego criticar desde una radio alegando que “los veteranos no quieren trabajar”, en referencia a Payton, Williams y Mourning.

Estadísticamente, ni siquiera el ‘crack’, Dwayne Wade (ahora también lesionado), está a la altura a la que tiene acostumbrados a los seguidores de los Heat, y un sector de la afición ya comienza a pensar que le pesan más los compromisos publicitarios que las victorias de su equipo. Han pasado de sentirse campeones hace seis meses a ser uno de los rivales favoritos en competición, puesto que sus derrotas suelen ser por más de 20 puntos. Un desastre, vamos.

Además, han intentado traspasos que no han llegado a formalizarse (Iverson se fue a Denver Nuggets, Maggette sigue en L. A. Clippers) y siguen sin confiar en jóvenes perfectamente válidos como Haslem o Kapono.

Con semejante perspectiva, sólo un efectivo golpe de mano antes de febrero será capaz de reconducir la situación. De momento, asistimos incrédulos a la más triste temporada de un campeón de liga.