Afirma el diccionario que gentuza es, literalmente, el "grupo o tipo de gente que es considerada despreciable" o, como perfecto sinónimo del arcaico aunque correctísimo gentualla, "la gente más despreciable de la plebe".Tras esta breve a la par que instructiva nota semántica, os explico lo que me ocurrió hace un año por estas fechas. Andaba yo trabajando indirectamente para Canal 9 a través de una productora con mi amigo David Blay, haciendo el entonces exitoso programa 'De Motor', cuando, a través de un conocido, me llegó una interesante oferta laboral, la típica que no se puede rechazar, al menos de entrada. Resulta que un grupo de comunicación se acababa de asentar en Valencia con un producto manifiestamente mejorable (por no decir malo de cojones) tras una presentación por todo lo alto en L'Oceanogràfic (pela había), y resulta que acababan de despachar a su máximo responsable tras apenas un par de ejemplares en la calle (el producto no es diario) por un asunto que jamás se aclaró públicamente (quien quiera que se lo cuente, que me llame). Intrigante, pero aún lo fue más cuando un directivo del grupo -a partir de aquí, J.L.L.- se desplazó a Valencia en el festivo y familiar Día de Todos los Santos para entrevistarse conmigo de urgencia en la cafetería del Hotel Astoria. Su oferta económica me convenció, la posibilidad de mejorar el producto también, y el hecho de mostrar tanto interés sin mediar un proceso de selección me halagó bastante. Tras ese primer contacto, J.L.L. me invitó a viajar a Burgos, sede central del grupo con presencia en casi una veintena de ciudades españolas, una semana después, con el fin de presentarme al dueño y cerrar mi contratación. Así lo hice, alojándome en un lujoso hotel que me facilitaron los burgaleses. Tras conocer al amo del invento, éste incrementó la oferta inicial y hasta me confió la inmediata búsqueda de un par de profesionales para la redacción de Valencia. Con un apretón de manos se cerró el trato, a la espera de que el contrato se enviara a la capital del Túria. Al día siguiente, J.L.L. me presentó a directivos y personal administrativo como "el nuevo Director de Valencia" e incluso negocié al alza con el responsable de las finanzas del grupo los presupuestos del año entrante (2008). Volví a casa satisfecho y comencé el proceso para desvincularme de la productora y contratar para ese grupo al nuevo personal, me despedí de mis entonces compañeros y comencé extraoficialmente a trabajar para los de Burgos. Pero, tras once días de papeleos, de mails cruzados, de entrevistas, etcétera, un buen día me despertó J.L.L. y, sin dar explicaciones, me dijo "pues va a ser que no", dejándome compuesto y sin novia laboral. Quise indagar el porqué y la respuesta del payaso directivo aún fue más obtusa: "estas cosas pasan". Me indigné, me sentí humillado y me ofusqué pensando quién me había hecho la cama de esa manera -tengo un par de nombres-; además, me fui al SERVEF y empecé de nuevo de cero. Pues bien, esta historia que hoy os cuento no iba a ser revelada -salvo a los íntimos, que la conocéis-, pero los acontecimientos de las últimas semanas han cambiado el panorama de modo que en breve se cumplirá -again- el refranero español y su máxima de que a cada cerdo le llega su San Martín. En este momento, la publicación está a punto de desaparecer del mercado, lleva un año mintiendo descaradamente acerca de su tirada y distribución reales y cualquier día de estos puede aparecer la Policía en la redacción porque ya se han producido presuntas situaciones de acoso laboral y físico, presunto maltrato e insultos y amenazas varias a los trabajadores por parte del payaso directivo de Burgos. Lo lamento por el conocido que inició este proceso y que pronto se verá en la calle (soy sincero) al igual que sus compañeros, pero me alegro profundamente de la próxima desaparición del medio, pues en Valencia ya tenemos a suficiente gentuza como para tener que importarla de Burgos o incluso para soportarla aunque sea únicamente de visita.
NOTA: Evidentemente, tengo pruebas de todo lo que afirmo, desde la reserva del hotel de Burgos hecha y pagada por ellos a los presupuestos del medio aprobados por el grupo, así como varios mails y SMS que ratifican todo lo que digo y otras cosas más que por el momento callo. Pero la mayor -y más divertida- prueba ha sido comprobar como, durante los últimos diez meses, el portal de internet de la Generalitat Valenciana ha reflejado mi nombre como Director de ese medio en la Guía del Portaveu.