EL PP CENSURA A TV3

Por obra y gracia de la Generalitat Valenciana que preside Francisco Camps (PP), desde el próximo martes habrá un 'apagón' de la señal televisiva de TV3 y Canal 33 en el territorio de la Comunidad Valenciana, cerrándose oficialmente los repetidores que permitían disfrutar de ese magnífico modelo de programación televisiva pública y autonómica. Pero, como todo, nada es perfecto, y resulta que TV3 y Canal 33 emiten en la 'peligrosísima' lengua catalana, y sólo por ello -y ante la cercanía de unas Elecciones Autonómicas que para nada tiene aseguradas el PP- se decreta su finiquito, respaldándose así la supuesta 'valencianía' política del Consell popular.

Argumenta para el cierre el Gobierno de Camps que las emisiones son "ilegales" (puestos a pensar así llevan dos décadas siéndolo), pero resulta que el Tribunal Constitucional está estudiando en este momento si las Administraciones autonómicas tienen competencias de inspección y sanción en materia de telecomunicaciones aunque, como la Generalitat Valenciana, se las arroguen por su cuenta sin ninguna garantía jurídica al respecto.

Salvo para los afortunados poseedores de canales televisivos digitales o vía cable, las emisiones de TV3 y Canal 33 morirán el próximo martes en el panorama audiovisual de la Comunidad Valenciana. Yo, a esta actuación dirigida (hay cientos de radios y televisiones bastante más ilegales en nuestra autonomía) y discriminatoria la denomino CENSURA. Censura al derecho a la información libre y plural y censura a la libertad de expresión. Desde un punto de vista legal, un claro ataque a los principios básicos de la democracia y la Constitución Española.

Desde un punto de vista muy personal, se acabaron -en abierto- magníficos productos como 'Basquetmania', 'NBA Total', los partidos de la Euroliga y ULEB Cup entre semana, las repeticiones de madrugada de la Liga Femenina de Baloncesto o la LEB, el partidito del domingo por la mañana (repetido en la madrugada del lunes), la narración de Robirosa y los comentarios de Lavagnini y Solozábal, entre otras cosas. Cosas que han hecho que TV3 y Canal 33 hayan igualado, e incluso superado en muchas ocasiones (fútbol de los sábados, por ejemplo, películas entre semana, también, incluso algunos informativos) la audiencia de Canal 9 y Punt 2.

No creo necesario demostrar mi valencianía llegado a mi edad, pero he de decir que para nada comparto las tesis ni la manera de actuar de Eliseu Climent y su colla pancatalanista. Pero mucho menos comparto que se ataquen los derechos fundamentales de la persona y no se haga nada al respecto. Yo quiero poder ver TV3 y Canal 33 si me apetece, ya que a nadie daña, y con ese derecho en mis manos decidiré después si la veo o no. Pero cuando el miedo a que la ciudadanía se dé cuenta de que existe otro modelo de TV pública más barata y de mayor calidad se impone a la sensatez y cordura teóricas de un Gobierno legítimo al borde de una cita con las urnas, se sobrepasan los límites de la legalidad. Al menos, en este caso, se han sobrepasado. Y al tiempo que no les toque rectificar.