A pesar de que mi escepticismo siempre se cierne sobre cualquier noticia, filtración, rumor u opinión acerca del Pam... perdón, Valencia Basket, lo cierto es que desde el abandono de Juan Roig de la tramoya taronja parece que se están haciendo algunas cosas relativamente bien. De entrada he de saludar públicamente -ya lo hice en su momento en privado- el ascenso de Vicente Solá a la Presidencia del club, pues se trata de un hombre de ley (y de leyes) aparentemente dispuesto a cambiar muchas cosas y refundar de abajo a arriba una estructura demasiado viciada y corroída por la incoherencia y la falta de profesionalidad en los últimos años. De entrada, en el capítulo de fichajes, la discreción ha guiado sus pasos con el francés Nando de Colo -al que sólo la NBA podía apartar de la capital del Túria- y con la sorprendente contratación de Rawle Marshall, alguien con el que no se contaba a pesar de haberse publicado en los últimos dos meses más de una treintena de nombres como futuribles; lo que sorprende de Marshall no es su fichaje -casi nadie le quería en Europa-, si no el hecho de que se haya roto con la tradición de Pamesa y no se haya filtrado convenientemente su nombre. Además, Solá ha amarrado la colaboración del IVAJ y ya se ha reunido con Francisco Camps y Rita Barberá para explicarles que el movimiento se demuestra andando y que es la hora de moverse por el baloncesto en Valencia de una vez por todas, visto que el fútbol está en la cuerda floja. Y ya que no es momento para pensar en un nuevo pabellón -otra vieja idea de JR desestimada- ahora que se está climatizando la vetusta y municipal Fonteta, pues va y se saca de la manga el proyecto de la Ciutat del Bàsquet con el fin de ampliar la cantera... propia. Brillante aunque dudo mucho de la vinculación financiera de Generalitat y Ayuntamiento al proyecto, como mucho un par de logotipos para poder hacerse la foto en la inauguración y poco más. Pero menos da una piedra, que es lo que los aficionados valencianos al baloncesto hemos tenido que comernos con guarnición de alambre de espino en los últimos años a pesar de disponer del tercer presupuesto real (no oficial) de la ACB. Solá está sabiendo moverse bien para volver a situar al Valencia Basket donde le corresponde, y todos sabemos que no es precisamente en la Euroliga como otros pretendían hacernos creer; además, lo está haciendo paso a paso y tirando de coherencia, no de chequera, lo cual le honra si consigue implantar esa filosofía de trabajo en todos los departamentos del club. Pues bien, todo este espíritu de renovación y movimientos ilusionantes varios no son más que un pequeño paso para el basket... que se puede convertir en un gran salto para el baloncesto de esta ciudad.
Mucho me estoy ilusionando, demasiado quizá. Pero es que la irrupción en primer plano de Vicente Solá (y Paco Raga) al frente del club ha sido tan fulgurante y cautivadora como el choque de dos sables láser en medio de la negrura. Ojalá siga su camino cercenando cabezas en algunos despachos para hacernos olvidar el gris pasado reciente de la entidad ex-azulejera, pues de no hacerlo muchos vicios se perpetuarán y acabarán contaminando su, hasta ahora, impoluta gestión. Aprovecho este punto para recordarle al nuevo presidente del Valencia Basket que ni mucho menos es lo mismo Comunicación que Marketing, al igual que es distinto estar jodido que estar jodiendo, como en su momento matizó el ínclito y difunto Camilo José Cela. Y para mirar al futuro con optimismo sería muy recomendable que el aire fresco -y la profesionalidad- entrara en el despacho que se supone que ha de velar por la imagen -que no el bolsillo- del club ante aficionados y medios de comunicación. Sería, sin duda alguna, otro pequeño paso para el basket...
NOTA: La imagen es del bueno de Jaime Martínez Lafargue para Solobasket.