Mucho se había especulado durante la semana previa a la Copa del Rey acerca de la sobrada experiencia del entrenador del Real Madrid, Ettore Messina, en este tipo de citas a nivel continental. La prensa madridista se encargó de ningunear a Xavi Pascual, otorgándole las mayores expectativas al italiano ante una más que previsible -y casi planeada, recordemos el indigno sorteo- final entre ambos. Los enemigos acérrimos, las mejores plantillas (de largo) de la ACB se vieron ayer las caras con un clarísimo favorito para todos excepto para los de siempre. Y ganó quien tenía que ganar: el mejor equipo (80-61). Ni Jaric, ni Garbajosa, ni Reyes, ni Prigioni -19 puntos entre todos- pudieron hacer nada para evitar la debacle salvo asistir como espectadores de auténtico lujo a una nueva exhibición del rodillo blaugrana, engrasado ya a la perfección para afrontar su verdadero objetivo en la presente temporada: la Final Four de la Euroliga. Lo cierto es que el Real Madrid le duró al Barcelona apenas diez minutos, y en el descanso Rubio y Vázquez ya se habían encargado de disparar la ventaja hasta los quince puntos (40-25); ahí se acabó el partido, ya no por la distancia, sino por las miradas de los contendientes. Mientras el Barça se encorajinaba en cada acción e incrementaba su defensa, el Madrid bajaba los brazos poco a poco deseando que pasara el temporal. Mientras Messina desesperaba ante el ridículo y se agarraba el mentón viendo como nada de lo que planteaba en la pizarra funcionaba sobre la cancha, Pascual dirigía la orquesta con sapiencia dejando que los músicos ejecutaran una perfecta sinfonía, sabedor además que éste no es sino otro paso más en lo que puede ser una temporada histórica para los azulgranas. El joven entrenador catalán -37 años- ha conseguido en apenas dos temporadas todos los títulos nacionales, demostrando que no sólo era el sustituto interino de Dusko Ivanovic, sino una apuesta de futuro a tener muy en cuenta. Me alegro por él. Primero, por ser 'producto nacional' proveniente de cantera (harto estoy de que los clubes españoles busquen fuera lo que tienen en casa, y que cada cual se aplique el cuento como quiera); y segundo, por su discreción absoluta otorgando en las celebraciones todo el protagonismo a su plantilla. De diez. Ni Messina, ni Messino: Xavi Pascual.
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