Los que superamos ampliamente la treintena recordamos con un cariño especial aquella serie de películas que comenzaron en los años 80 en las que, gracias a un coche que podía viajar en el tiempo, se sucedían las más increíbles aventuras, siempre con final feliz. ‘Regreso al Futuro’ tuvo su éxito a pesar de tener como protagonista a un adulto (Michael J. Fox) haciendo de adolescente, de lucir en pantalla un vehículo que había sido un estrepitoso fracaso empresarial (De Lorean) y de saltarse las más mínimas leyes de la física con absurdas paradojas espacio/temporales.
¿Que por qué aludo a esta película en un espacio eminentemente deportivo? Sencillo. Pues porque, a veces, me gustaría poder retroceder en el tiempo para corregir o enmendar situaciones cuyas consecuencias se reflejan en el presente y permiten vislumbrar posibles pagos a futuro. Sí, se trata de periodismo-ficción, pero viendo cómo funcionan otros equipos y cómo lo hace, por ejemplo, el Pamesa Valencia, dan ganas de alterar la realidad y apuntarse a un guión de película.
En ese guión existiría una adecuada planificación del trabajo a realizar, partiendo de la potenciación de la cantera y estableciendo con el entrenador los objetivos mínimos de la temporada. Esos objetivos obligarían a cubrir una serie de necesidades de plantilla (fichajes) y generarían unos compromisos para directiva, entrenador y jugadores. Esta “idílica” situación -para nada cinematográfica- es la que acometen y desarrollan la mayoría de equipos de la ACB, y a unos les sale la jugada, y a otros no.
Si retrocedemos una década con nuestro De Lorean imaginario, comprobaremos que en aquella época tampoco es que se hicieran las cosas extraordinariamente bien (‘locuras’ de T. Beard, fichaje de J.A. Paraíso, ‘movida’ de C. Myers,…), pero el nivel de los rivales era mucho menor que en la actualidad, por eso que en las vitrinas del club haya una Copa del Rey y una ULEB Cup (además de por algunos méritos propios). Hoy la competencia es feroz, la planificación estricta, los fichajes espectaculares y la temporada muchísimo más intensa que en los felices años 90.
Desgraciadamente, el Condensador de Fluzo (un simple error de traducción originó un término hoy ya mítico) sigue sin existir y no podemos -de momento- alterar el continuo espacio/tiempo; por tanto, olvidémonos de corregir los errores del pasado y centrémonos en solventar los del presente, los que han conducido a que, en la actual temporada, Pamesa vaya camino de sumar un nuevo fracaso deportivo. Johnny Rogers, máximo responsable de esa parcela en el club, se sabe en el punto de mira, y de hecho en los alrededores de la Fonteta ya suenan interesantes nombres para sucederle. El futuro del club lleva pasando por sus manos durante varias temporadas, y quizá -al igual que en su momento Víctor Sendra- no sea la persona adecuada para seguir manejando el timón de la nave ‘taronja’. Y si, desde fuera, la mayoría somos capaces de verlo, no entiendo cómo todavía no se han dado cuenta en los despachos del Pamesa. Quizá porque siguen anclados al pasado.
¿Que por qué aludo a esta película en un espacio eminentemente deportivo? Sencillo. Pues porque, a veces, me gustaría poder retroceder en el tiempo para corregir o enmendar situaciones cuyas consecuencias se reflejan en el presente y permiten vislumbrar posibles pagos a futuro. Sí, se trata de periodismo-ficción, pero viendo cómo funcionan otros equipos y cómo lo hace, por ejemplo, el Pamesa Valencia, dan ganas de alterar la realidad y apuntarse a un guión de película.
En ese guión existiría una adecuada planificación del trabajo a realizar, partiendo de la potenciación de la cantera y estableciendo con el entrenador los objetivos mínimos de la temporada. Esos objetivos obligarían a cubrir una serie de necesidades de plantilla (fichajes) y generarían unos compromisos para directiva, entrenador y jugadores. Esta “idílica” situación -para nada cinematográfica- es la que acometen y desarrollan la mayoría de equipos de la ACB, y a unos les sale la jugada, y a otros no.
Si retrocedemos una década con nuestro De Lorean imaginario, comprobaremos que en aquella época tampoco es que se hicieran las cosas extraordinariamente bien (‘locuras’ de T. Beard, fichaje de J.A. Paraíso, ‘movida’ de C. Myers,…), pero el nivel de los rivales era mucho menor que en la actualidad, por eso que en las vitrinas del club haya una Copa del Rey y una ULEB Cup (además de por algunos méritos propios). Hoy la competencia es feroz, la planificación estricta, los fichajes espectaculares y la temporada muchísimo más intensa que en los felices años 90.
Desgraciadamente, el Condensador de Fluzo (un simple error de traducción originó un término hoy ya mítico) sigue sin existir y no podemos -de momento- alterar el continuo espacio/tiempo; por tanto, olvidémonos de corregir los errores del pasado y centrémonos en solventar los del presente, los que han conducido a que, en la actual temporada, Pamesa vaya camino de sumar un nuevo fracaso deportivo. Johnny Rogers, máximo responsable de esa parcela en el club, se sabe en el punto de mira, y de hecho en los alrededores de la Fonteta ya suenan interesantes nombres para sucederle. El futuro del club lleva pasando por sus manos durante varias temporadas, y quizá -al igual que en su momento Víctor Sendra- no sea la persona adecuada para seguir manejando el timón de la nave ‘taronja’. Y si, desde fuera, la mayoría somos capaces de verlo, no entiendo cómo todavía no se han dado cuenta en los despachos del Pamesa. Quizá porque siguen anclados al pasado.
(Artículo publicado en Nostresport el 28/04/08)